🧠 Día Mundial de la Salud Mental
Fisioterapia, salud mental y el poder de cuidar el sistema nervioso
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Fisioterapia, salud mental y el poder de cuidar el sistema nervioso
En nuestro centro, entendemos que cada persona es única, con sus propias historias, creencias y barreras. Por eso, más allá de las técnicas que aplicamos, nuestro objetivo es empoderarte
El Dolor Crónico No Es Para Siempre. Aunque siempre se haya pensado lo contrario.
El dolor crónico es una experiencia que puede llegar a dominar la vida de quien lo padece. A diferencia del dolor agudo, que surge como una señal de advertencia ante un daño o una lesión, el dolor crónico persiste mucho más allá de lo que sería un tiempo normal de curación. Es como un visitante no deseado que se niega a marcharse, afectando la calidad de vida y el bienestar emocional. Sin embargo, a pesar de lo abrumador que puede ser, es importante recordar que el dolor crónico no es para siempre. Aunque es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, es posible desactivarlo, o al menos, reducir su intensidad.
Para entender mejor cómo funciona el dolor crónico, pensemos en una metáfora sencilla pero efectiva: imagina que tu cuerpo es como una casa, y el dolor es la alarma que tiene para protegerte. Cuando hay un peligro, como un incendio o un intruso, la alarma suena fuerte y clara, avisándote de que algo anda mal. Esta alarma es el dolor agudo, una respuesta natural y protectora que te incita a actuar de inmediato para evitar un daño mayor.
Sin embargo, en el caso del dolor crónico, esa alarma se ha estropeado. Aunque el incendio ya se ha apagado, o quizá nunca hubo uno, la alarma sigue sonando. Ese sonido constante y molesto interfiere en tu vida diaria, te agota y te impide disfrutar de las cosas que amas. Es como si estuvieras atrapado en una casa donde la alarma nunca deja de sonar, incluso cuando no hay ninguna amenaza real.
Enfrentarse a una alarma que no deja de sonar puede parecer desesperante, pero aquí es donde entra la buena noticia: el dolor crónico no es para siempre. Aunque ahora la alarma esté sonando fuerte y constante, con el tiempo y las herramientas adecuadas, es posible desactivarla o, al menos, bajarle el volumen para que deje de dominar tu vida.
Este proceso no es rápido ni sencillo. Desactivar una alarma defectuosa requiere paciencia, esfuerzo y, a menudo, un enfoque integral que combine diferentes estrategias. Esto puede incluir desde tratamientos médicos y terapias físicas hasta técnicas de relajación, mindfulness, y cambios en el estilo de vida. La clave está en abordar tanto el aspecto físico como el emocional del dolor, reconociendo que ambos están profundamente interconectados.
Uno de los primeros pasos para desactivar la alarma del dolor es comprender cómo funciona. La sensibilización central, un fenómeno donde el sistema nervioso se vuelve hipersensible, es una de las razones por las que el dolor crónico persiste. En otras palabras, el sistema nervioso se encuentra en un estado de alerta continua, interpretando incluso estímulos inocuos como dolorosos.
Afortunadamente, este proceso no es irreversible. A través de la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse, es posible modificar las conexiones neuronales que perpetúan el dolor. Esto puede lograrse mediante diversas intervenciones, como la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a cambiar la forma en que percibimos y reaccionamos ante el dolor, o técnicas de relajación que enseñan al cuerpo a desactivar esa respuesta de alarma.
Vivir con dolor crónico puede ser una experiencia solitaria, pero es importante recordar que no estás solo en este viaje. Existen grupos de apoyo, comunidades online, y profesionales de la salud especializados que pueden ayudarte a encontrar las herramientas que necesitas para manejar tu dolor. Además, compartir tus experiencias con otras personas que entienden por lo que estás pasando puede ser una fuente invaluable de fuerza y consuelo.
El dolor crónico puede parecer interminable, pero no es invencible. Aunque la alarma esté sonando fuerte ahora, con el tiempo y el enfoque adecuado, es posible desactivarla o al menos reducir su intensidad. No hay una solución mágica, pero cada pequeño paso cuenta. Desde comprender mejor el dolor hasta aprender nuevas estrategias de manejo, cada esfuerzo te acerca más a retomar el control de tu vida.
Recuerda, el dolor crónico no es para siempre. Con paciencia, apoyo y las herramientas adecuadas, puedes bajar el volumen de esa alarma y recuperar la paz y el bienestar que mereces.
Contáctanos para ayudarte a reprogramar tu alarma y lograr apagar ese ruido inútil y ensordecedor como es el dolor.
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Inauguro hoy una nueva sección del blog para escribir sobre el dolor crónico y pedagogía del dolor.
Lo primero que quiero que sepas es que dolor crónico no significa que sea para siempre.
En los últimos años se ha investigado muchísimo y se ha comprobado que el camino para aliviar, incluso eliminar el dolor crónico es conocer la neurofisiología, reformular las creencias sobre nuestro dolor y realizar un afrontamiento activo una vez comprendido cómo y por qué sentimos dolor.
Y es que el conocimiento es poder.
El conocimiento del dolor es tan poderoso que forma parte en sí mismo del tratamiento del dolor persistente.
Ya hay muchos estudios de calidad que demuestran que la pedagogía del dolor (aprender y comprender los procesos biológicos del dolor) disminuye los síntomas, mejora la función, reduce el miedo, mejora la movilidad y “calma” el sistema nervioso.
Es por eso que la educación o pedagogía del dolor se debe incluir en cualquier tratamiento de personas con dolor crónico.
¿Por qué mi médico no me explica esto?
Pues quizás porque no lo sabe. Igual que yo hace unos años tampoco lo sabía.
Cuando se realizan estudios científicos, los resultados no se divulgan de inmediato. Pasa tiempo hasta que se aceptan las nuevas evidencias y cuesta aceptar que durante mucho tiempo hemos estado equivocados.
Ese cambio requiere conocer en profundidad lo nuevo que se propone y tener la humildad suficiente como para admitir el error y aceptar lo nuevo.
Para conocerlo, es necesario estar continuamente leyendo publicaciones científicas o seguir a profesionales que sí lo hagan.
Yo soy del segundo grupo. Al buscar información sobre dolor crónico hace años me encontré con el blog de Arturo Goicoechea y tuve mi momento de bloqueo hasta aceptar que mucha parte de lo que yo había aprendido sobre dolor no era lo correcto ni beneficiaba a los pacientes. De hecho, a veces, hasta hacía que empeorasen.
Y eso no es fácil de admitir.
Y cuanta más “categoría” profesional se tiene (o lo que uno se cree), más difícil es hacer ese cambio y empezar un nuevo camino.
Yo no lo dudé. Porque lo vi tan claro y me dio tantas respuestas que no he parado hasta poder formarme en condiciones y tener la capacidad de elaborar un programa para los pacientes, para vosotros.
Voy a intentar difundir el mensaje de manera práctica y amena, con explicaciones fáciles y metáforas que os atarán en la comprensión y el aprendizaje.
El cocimiento es poder. Y está demostrado con evidencia de calidad que conocer los procesos del dolor crónico (pedagogía del dolor) ayuda a mejorar los síntomas incuso a que ese dolor de tantos años desparezca.
¡¡Vamos a por ello!!
